Lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA)
Lesiones frecuentes en deportistas entre los 15 y 45 años.
Las lesiones suelen ocurrir durante el deporte, muchos pacientes sienten un “pop” en el momento de la lesión, el mecanismo más común es al quedar el pie plantado en el suelo y hacer un movimiento de rotación del cuerpo, con leve flexión de rodilla, con un efecto distorsivo en la rodilla. Luego la rodilla tendrá un derrame articular importante, que se produce en una forma rápida, o sea en pocas horas, acompañado de dolor y en algunos casos sensación de aflojamiento de la rodilla o sensación de que no puede extender por completo.
Las mujeres tienen un riesgo mayor (2 a 4 veces) frente a hombres a un mismo nivel deportivo, se han propuesto factores hormonales, anatómicos, de control neuro-muscular y alineación.
El ligamento va de la tibia (hueso de la pierna) al fémur (hueso del muslo), y se localiza en el centro de la rodilla, no es posible tocarlo desde la piel. Es el ligamento que estabiliza en forma primaria el movimiento hacia delante de la tibia, además de otras funciones.
Por lo general la lesión del ligamento cruzado se acompaña de otras lesiones de la rodilla como son rupturas de meniscos, ruptura de otros ligamentos de la rodilla y lesiones de cartílago.
El médico al sospechar una ruptura de ligamento cruzado, hará algunas pruebas para valorar la estabilidad de la rodilla y la presencia de lesiones asociadas. Para un diagnóstico más específico, se hace una la resonancia magnética, que es la prueba de referencia.
En cuanto al tratamiento inicial son las medidas de control del dolor e inflamacción, así como la recuperación temprana del rango de movimiento de la rodilla, la recuperación de la extensión completa es fundamental antes del tratamiento quirúrgico.
Debido al escaso poder de cicatrización del ligamento, lo habitual suele ser su reconstrucción quirúrgica mediante injerto tendinoso, por lo general tomado del mismo paciente. Para indicar se debe considerar:
- Edad y madurez ósea
- Nivel de actividad física y recreativa
- Necesidades funcionales y profesionales
- Expectativas
- Lesiones acompañantes: meniscales y/o ligamentosas y del cartílago
El tiempo óptimo de cirugía es algunas semanas después de la lesión, pero se aconseja no dejarla evolucionar por mucho tiempo, pues al pasar del tiempo y por la inestabilidad de la rodilla, se pueden dar otras lesiones que no estaban al inicio, como son las rupturas de meniscos o lesiones de cartílago.
El tratamiento no quirúrgico se recomienda para paciente de avanzada edad, que no tiene molestias en su vida diaria, que realizan poco deporte y consiste en ejercicios de rehabilitación para mejorar los músculos del muslo, tanto anteriores como posteriores.
Los objetivos del tratamiento quirúrgico es conseguir una rodilla estable, reparar meniscos y cartílago y evitar el desgaste futuro de la rodilla. Mantener los arcos de movilidad completo. Favorecer el retorno a la actividad deportiva. Se recomienda en pacientes jóvenes y activos, cuando hay lesiones intrarticulares asociadas, en pacientes que quieran seguir realizando actividad física demandante.
Por lo general se hace por medio de artroscopia, o sea por dos o tres heridas de aproximadamente un centímetro cada una y otra herida de unos 5 centímetros para la toma de los injertos tendinosos que en la mayoría de los casos son isquio-tibiales.
La recuperación para volver a las actividades físicas completas y deportes van de los 8 a los 12 meses después de la cirugía.